¿La sociedad del conocimiento o de la información?

Nos encontramos actualmente en la sociedad de la información en la que manejamos un montón de datos y no sabemos si ese volumen de datos informativos es conocimiento.
Detengámonos en profundizar sobre esta frase. Hace 20 años había sólo 2 canales de televisión y ahora hay una variedad muy extensa que nos ofrece diferente información desde diversas perspectivas y aun así recurrimos a conocer esos datos a través de internet. Aunque los medios de comunicación sean los medios de interacción social por excelencia, también tenemos a nuestra mano internet…Pero… ¿es cierta toda la información que nos ofrece? Antes éramos sujetos pasivos (consumidores), ahora somos también sujetos activos (productores). Esa producción que realizamos, ¿está verificada?...
Para ilustrar este tema os pongo una foto que vi en Instagram sobre un paciente que fue al médico por este gran motivo:


Fuente de imagen: Cuenta de Instagram resumenes_medicos - Screenshot

Entonces...¿Esto qué provoca?



Estamos rodeados de información que no sabemos si es verídica o no, de cuándo ha sido, si está contextualizada o no... y todo esto hace que aunque nosotros como seres humanos intentemos estar informados, se sobrepase la cantidad de información que podemos asumir sin que nos demos cuenta (inconscientemente). Por ello algunas veces no asumimos el hecho de que aunque tenemos mucha información acerca de un tema, no sabemos nada de él. No conocemos porque es tal la información recibida de todas partes y a veces tan diversa y confrontada que no podemos sintetizar una idea clara de ese tema en cuestión. La mayoría de información que recibimos es de internet, puesto que nuestras costumbres informativas han cambiado y siguen cambiando conforme se desarrolla la sociedad y la cultura. Pero entonces si toda esta información se encuentra allí...

¿Internet cambia? Por ejemplo, cuando subimos una foto a Instagram, ya estamos produciendo pero cuando nos toca subir a la tarima en clase (hacerlo en persona) no tenemos ese hábito de producción, nos ponemos nerviosos. ¿Provoca entonces una ciudadanía pasiva? 
Además de no tener forma de verificar esa información que recibimos de internet (cuestión que cada vez está más controlada gracias a los https y medios en auge), somos productores en él pero a veces no en la vida real. 

Empíricamente se ha demostrado que internet no cambia pero sin embargo sí desarrolla los comportamientos respecto a él. Un ejemplo de ello es cuando el profesor te da la posibilidad de hacer el trabajo mediante internet usando aplicaciones para ello o da la posibilidad de hacerlo a mano y entregárselo a través de este medio.

Bibliografía:

ORTÍ, A. (25 de 05 de 2012). Cómo internet cambia nuestro cerebro. La vanguardia .



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